El físico Alberto Casas sostiene que el libre albedrío es una ilusión creada por el cerebro, y que todo lo que va a suceder está ya escrito. Desde la mirada científica, el universo no actúa por azar, sino que sigue patrones precisos —como una partitura cósmica donde cada nota ya fue compuesta.
Si unimos esta visión con la espiritualidad, comprendemos algo más grande: el universo no es regido por una voluntad externa, sino por una recursividad infinita, una danza sagrada donde pasado, presente y futuro coexisten en una misma espiral eterna.
🧬 Como el ADN que guarda la memoria de la vida, el cosmos también contiene su propio código, repitiéndose, aprendiendo, expandiéndose. Todo tiene su tope, y luego todo se repite, no como castigo, sino como ritmo universal. No estamos viviendo por primera vez: el tiempo es cíclico, una corriente que gira sobre sí misma dentro del tejido cuántico del Todo.
⏳ El tiempo, la cuarta dimensión, es solo una ilusión lineal creada por nuestra mente tridimensional.
El acceso a la quinta dimensión ocurre cuando entendemos este mecanismo: cuando vemos que el universo no “nos pasa”, sino que se experimenta a sí mismo a través de nosotros.
✨ Cuando comprendemos la naturaleza del universo, la idea del “yo” se diluye con humildad. No somos autores de nuestros actos, pensamientos o dudas: somos el universo siendo consciente de sí mismo a través de cada respiración, cada decisión y cada instante que parece “nuevo”, pero que en realidad es un eco de la eternidad.
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