¿A quien le entregas tu poder? Las sectas, terapias y otros

Avertencia sobre la secta gnóstica


 Historia relatada por Sara. Ella denuncia lo que le sucedió, para que tú no caigas en lo mismo. 


No sólo se trata de este tipo de sectas, peor también de terapias, cursos, personas que ofrecen alguna terapia para enseñar y lo convierten en una secta, como lo es hoy día el tema de las llamas y almas gemelas! 


Cuidado! 

Es muy fácil caer en una secta.


"Yo sé que la pandemia ha sido horrible para todos pero me permitió salir de una secta y de una relación abusiva.

 No sospechaba a principios de 2020 que esa cuarentena era mi tiquete a la libertad"


La Gnosis se presenta a través de conferencias con temas como meditación, astrología, alimentación, psicología y filosofía. Tenía 17 años, una familia disfuncional y muchas dudas sobre mi vida.


Fue así que empecé a asistir 2 veces por semana a unas conferencias que se me hacían muy interesantes e inocuas.

Después de completar el primer nivel de estudios vino el paso a la segunda cámara. Ahí es donde las cosas se empezaron a tornar oscuras.

En el ritual de iniciación me entregaron una vestidura azul, como de monje, y me hicieron jurar rodeada de espadas que nunca iba a traicionar a la Gnosis.

Allí comenzó un recorrido de 10 años. Muy bien me advirtieron ese día que mi vida se iba a partir en dos.


Dogmas de la Gnosis

La Gnosis es un salpicón de creencias religiosas y teorías absurdas. Fue fundada por Víctor Manuel Gómez quien se hacía llamar Maestro Samael aun Weor. Se autoproclamó profeta iluminado y se dedicó a tomar elementos de otras religiones.


Hablan de eliminar defectos psicológicos, sacrificarse por la humanidad (en realidad por la secta) y practicar “alquimia sexual” para poder autorrealizarse y ser un maestro también.

Alquimia sexual es tener relaciones sexuales sin que ocurra el clímax (eyaculación u orgasmo).


También se tocan temas sobre extraterrestres, salidas en cuerpo astral, tarot, agricultura orgánica, y clarividencia 


En la secta expresan ideas homofóbicas, son anti vacunas y anti aborto. Si bien no estaba de acuerdo, admito que me quedé callada por miedo a las represalias. 


Sé de mujeres que se casaron a los 14 o 15 años con hombres mucho mayores para ir a hacer “misión” a otras ciudades. Las familias las dejaban ir porque lo ven como un gran sacrificio y a las que no dejaban eran prácticamente secuestradas por sus parejas. 


La misoginia es constante en la secta. Se enseña que las mujeres son las culpables de todos los males y son reprendidas todo el tiempo. 


Manipulación psicológica

Al principio sentía que estaba aprendiendo, y lo mejor era que estas conferencias eran gratuitas. Eran un escape de una familia donde sentía que no me escuchaban ni tenían en cuenta.

uando entré a la segunda cámara ellos dijeron que eran mis hermanos, mi verdadera familia, por fin pertenecía a algo. Poco a poco me fueron implantando la idea de que los “externos” eran gente mala y degenerada, que nosotros éramos unos elegidos para recibir algo especial.


Dijeron que debía casarme con el novio que tenía en ese entonces (quien me invitó a las conferencias) porque sólo a través del matrimonio podríamos hacer una obra espiritual.


Y así me fui a vivir al otro lado del país, lejos de mi familia.


Ahí empezó mi peor pesadilla. Nos insistían mucho en que no era permitido el divorcio, y que por más infelices que fuéramos teníamos que estar juntos hasta la muerte. Él me maltrató psicológicamente desde el inicio.


Cada vez estaba más aislada del mundo exterior.

E

ntregaba el poco dinero que ganaba para ayudar a la secta porque me prometían que así pagaría mi karma y me iría mucho mejor.


Como mi situación no mejoraba me decían que era porque tenía muchos defectos y debía ser más obediente.



Abusos y métodos de coerción


Me fueron cargando poco a poco con más responsabilidades. Hay muchos cargos y comités dentro de la secta. Los integrantes van escalando de posición a través de cursos.


Yo los hice todos pues sentía que así iba a avanzar más rápido.


La culpa y el miedo eran cadenas muy fuertes para mantenerme dentro de la secta. Ellos aprovecharon que estos elementos estuvieron muy presentes en mi crianza y era muy vulnerable a ese método de coerción.


Siempre nos hablaban de los karmas si desobedecíamos las enseñanzas. Podía ser la muerte de nosotros, de nuestras familias o una enfermedad grave. Era como adquirir un crédito en el que siempre estabas en deuda.


Tenía que asistir 7 días de la semana, a las 5:00 am a meditar y las 7:00 pm a los rituales. Aparte, debía ir todos los viernes a arreglar la casa donde funcionaba la iglesia. Entre mis tareas estaba planchar manteles, hacer floreros, barrer y trapear. Siempre estaba exhausta.


Además, debía dictar conferencias a las personas nuevas, repartir volantes y preparar comidas para vender en la calle y así recaudar fondos para la secta.


Prácticamente era una sirvienta para ellos. Me decían que todo ese sacrificio iba a ser recompensado con dharma.


Para visitar a mi familia debía pedir un permiso especial. Me hacían sentir muy culpable cada vez que me iba y hacían que pagara una cuota extra.


En esta secta se controla cada detalle de la vida de sus miembros. Cómo se visten, qué comen y su vida sentimental.


Me sentía muy cansada e irritada. Caí en un episodio de depresión fuerte.


Los abusos de la secta y los de mi ex me hicieron darme cuenta que tenía que huir.


Pensé en el divorcio. Me dijeron que me iba a condenar en el abismo. Mi ex amenazó con matarse si me iba.


5.Intento de salida de la secta y retención
Fui en diciembre de 2019 a Medellín a visitar a mis papás. En mi mente resonaba fuertemente la idea del divorcio y no tenía ganas de volver a la secta. Me sentía juzgada, sabía que pasaría por el escarnio público si me divorciaba.


Empecé a recibir llamadas de los integrantes, presionando para que regresara. Al fin y al cabo yo tenía un nivel alto dentro de la secta y no iban a permitir que saliera tan fácilmente.


Decidí que quería divorciarme y la presión se hizo más fuerte, la coerción era total.


Decían que yo era la peor mujer, una desgracia y una pecadora. Me condenaron al infierno.


Estuve a punto de sucumbir pero empezó la cuarentena. Nadie podía viajar. Decidí no regresar jamás a mi casa. Dejé mi ropa, mis plantas y mi gata. Si volvía, mi vida corría peligro.


Las llamadas y mensajes no han parado hasta ahora, más de un año después. Si los bloqueo en Whatsapp, aparecen por mi cuenta de Instagram. Pero no les respondo nada, mi estrategia es contacto cero con la secta y con mi ex maltratador.


Este año de recuperación he sentido mucha culpa, no es fácil sacar de la mente tantas creencias basadas en el miedo y la coerción.


Espero que este testimonio sirva a las personas que entran desprevenidamente a una secta o a sus seres queridos.


Perdí 10 años de mi vida allí, y no por tonta ni incauta; era simplemente una adolescente vulnerable que quería aprender.



Quien comparte la historia es Sara: Cuenta Twitter de Sara

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